miércoles, 28 de noviembre de 2012
Una mirada fría. Eso era cuanto ella podía ofrecer. Sentimientos vacíos, sonrisas fingidas y un sinfín de gestos que para ella no valían nada. Ya no era capaz de sentir, de compartir su vida con alguien, de dejarle entrar. Ya no sabía amar pues el dolor que recientemente había sentido la había marcado. ¿Cómo volver a confiar? ¿Cómo volver a abrir su corazón? En ocasiones los golpes que recibimos nos hieren pero podemos volver a levantarnos, en cambio, otras veces nos marcan. Nos marcan de tal modo que nos hacen cambiar; algo en nuestra alma da un giro, se cierra una puerta y pese a que cualquier llave encaja en la cerradura, ninguna es la que puede abrirla.
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