ya no sirve de nada negarlo, estoy enamorada de ti

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lamentándote nunca conseguirás nada...

-He tenido mejores días. 
+Pero también has tenido peores.
-No tengo todo lo que quiero.
+Pero sí que tienes todo lo que necesitas.
-Muchos días me derrumbo creyendo que soy una persona horrible.
+Pero dejas de llorar y sigues adelante.
-A veces me levanto con un dolor insoportable en el pecho.
+Pero te levantas.
-Me he equivocado tantas veces...
+Pero has rectificado.
-Mi vida no es perfecta.
+Pero eres feliz.
-¿Por qué?
+¿Por qué qué?
-¿Por qué tienes respuesta para todos mis males?
+Porque todos tenemos días malos, todos queremos más de lo que tenemos, todos nos derrumbamos pensando que no podemos ser peores, a todos nos duele el pecho de sufrir y de todo lo que hemos sufrido, todos nos equivocamos una y otra vez sin parar, sin cesar, como si fuéramos estúpidos y todos tenemos una vida muy lejos de ser perfecta. 
-¿Y qué sugieres?
+Nada. 
-¿Nada?
+¿Acaso quiere oír una receta mágica para que la vida sea perfecta? Pues siento decirte que la vida no es perfecta, que el camino tiene piedras y más piedras, que el agua del río siempre te va a arrastrar, que en los precipicios no hay puentes de madera para cruzar, que no hay un lugar donde siempre puedas estar a salvo, que las personas te traicionarán una y otra vez, que las historias de los cuentos no existen y que hoy por hoy hay que luchar para ser feliz. 
Y siento decirte que lamentándote nunca conseguirás una victoria. Así que deja de llorar y de sentir pena por ti misma, porque eso es lo más triste que puede pasarte.

¿Sabes?

La cosa mas pequeña puede cambiarte la vida. En un instante, algo que pasa por casualidad, inesperadamente, te pone en un rumbo que nunca planeaste hacia un futuro que nunca imaginaste. ¿A dónde te llevará? Ese es el viaje de nuestras vidas. Nuestra búsqueda de la luz. A veces, encontrar la luz implica pasar por una oscuridad muy profunda, al menos así fue para mí.
Una mirada fría. Eso era cuanto ella podía ofrecer. Sentimientos vacíos, sonrisas fingidas y un sinfín de gestos que para ella no valían nada. Ya no era capaz de sentir, de compartir su vida con alguien, de dejarle entrar. Ya no sabía amar pues el dolor que recientemente había sentido la había marcado. ¿Cómo volver a confiar? ¿Cómo volver a abrir su corazón? En ocasiones los golpes que recibimos nos hieren pero podemos volver a levantarnos, en cambio, otras veces nos marcan. Nos marcan de tal modo que nos hacen cambiar; algo en nuestra alma da un giro, se cierra una puerta y pese a que cualquier llave encaja en la cerradura, ninguna es la que puede abrirla.

Valorar lo que tienes, y aún así, perderlo

La vida tan inesperada y caprichosa como siempre, decide de repente cambiarte las ideas, romper tus esquemas, desvanecer esos sueños que creías imposibles y un día lograste. Le das otra oportunidad al mundo, a una nueva vida, con el propósito de olvidar la anterior. Desaparece tu presente, pero, ¿y los recuerdos? Esos no se borran, se quedan. Y como todo en este mundo, tienen un objetivo: atormentarte. Tu corazón perdona, pero no olvida.
Estás atrapada en algún punto entre el pasado y el presente, y sientes que la única manera de escapar, es trayendo de vuelta aquello que ya has perdido. El peor error, pretender ser caprichosa como la vida misma, y fingir que has logrado lo imposible: sacar de tu mente aquello que se ha quedado grabado en tu corazón. Crees que engañas a la gente, sin darte cuenta de que es a ti a quien más mentiras cuentas, a quien más daño haces.
De nada sirve, las penas no se ahogan, flotan y salen a la luz dándole la mano a las mentiras. Tratas de esconder cada cosa en su respectivo baúl. Podrás pasarte meses cerrándolos, que será el simple olor de un perfume lo que los abra de nuevo. Olvidar, realmente ¿para qué? Vivir llorando por lo perdido o riendo por lo vivido. Sufrir por lo que se ha ido o recibir lo que está llegando. Pasar página, y que todas hablen de lo mismo. Cambiar de libro y que pertenezca a la misma colección que el anterior.